martes, 21 de abril de 2015

LOS CELOS EN LA INFANCIA.


Los celos pueden definirse como un estado subjetivo caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas (padres, parejas...) o, al menos, con la intensidad y frecuencia que deseamos o necesitamos.

Muchas son las causas que pueden disparar los celos. En la infancia es habitual la aparición de celos tras el nacimiento de un hermanito. En cierto modo, el niño se protege y reclama seguir teniendo la misma atención que se le dispensaba antes y que ahora tiene que ser compartida. Por tanto, puede tener un cierto valor adaptativo. No obstante, en muchas ocasiones, la respuesta de celos es exagerada, prolongada en el tiempo y cursa con gran malestar y deterioro en las relaciones familiares. Es, en estos casos, cuando la ayuda profesional es imprescindible.



Como se ha dicho, en todos los episodios de celos hay una experiencia subjetiva de malestar emocional y frustración independientemente de los hechos que la provoquen y perpetúen. Estas causas pueden, a su vez, ser reales y obedecer a hechos objetivos, o irreales (imaginadas o inventadas) en cuyo caso podríamos estar ante un trastorno clínico.


Los celos son normales dentro del curso evolutivo del niño y a edades tempranas tras el nacimiento de un hermanito (a partir de 2 años hasta los 4 o 5 aproximadamente). La etapa más sensible es cuando la llegada del hermano se produce durante la fase de apego.


Por parte de los padres, cuando la atención hacia los hijos es asimétrica (es decir, se presta más antención a un hijo que a otro), puede potenciarse la aparición de los celos. Sucede que hay niños más extrovertidos, alegres o con mejores recursos sociales que suelen acaparar la atención con mayor facilidad que alguno de sus hermanos. Es normal, en estas situaciones, que estos niños reciban de forma natural mayor atención de las otras personas.
Algunos estudios avalan la hipótesis de que cuando existe una buena relación afectiva padre-hijo antes del nacimiento del hermano se minimiza el riesgo de conflicto posterior con la madre por motivos de los celos.


En general, los niños celosos pueden manifestar algunas de las siguientes conductas:
·         Cambios de humor no justificados.
·         Signos de infelicidad. Lloro frecuente sin motivo. Tristeza acompañada de manifestaciones verbales de no sentirse suficientemente querido.
·         Aparición de nuevas conductas (no presentes hasta la llegada de un hermano o ya superadas) normalmente desadaptadas con el simple motivo de llamar la atención de los padres (pipi en la cama, negarse a comer, agresividad injustificada hacia objetos o animales, comportamiento social anómalo, etc.).
·         Cambios en la expresión verbal y gestual. Vuelta a un lenguaje más infantil con presencia de gestos inmaduros como chuparse el dedo.
·         Alteraciones en los patrones de comida (menos apetito o más selectivo con los alimentos, rechazando platos antes preferidos o se le tiene que dar la comida) y sueño (insomnio, despertar nocturno, solicitar dormir con los padres, etc.)
·         Negativismo, terquedad, dificultad para obedecer. En los casos más extremos: oposicionismo, agresividad manifiesta y actitud desafiante hacia padres y compañeros.
·         Negar sistemáticamente los errores propios y culpabilizar a los otros de sus problemas o actitudes (en especial al hermano objeto de celos).



Estrategias a seguir para vencer los celos entre hermanos:

  • Primero de todo identificar la causa de los celos, intentar hablar con nuestro hijo/s, para hacer comprender (dentro de sus posibilidades el error en el que están incurriendo) y finalmente tomar las medidas necesarias para que se evite la situación de malestar dentro del entorno familiar.


Esperamos que os sea de utilidad el artículo.

Muchas gracias.


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